Mi particular historia sobre un verdadero y maravilloso encuentro con un hombre como no había conocido otro.

jueves, agosto 18, 2005

Cómo inició todo

Quiero relatarle al mundo cómo me he enamorado perdidamente en menos de 30 días. Para mí ha sido una historia increíble, maravillosa, un bellísimo camino que me ha tocado en suerte recorrer. Quiero contarles cómo el "tilín-tilín" sonó en mi cabeza al mismo tiempo que en la de un hombre excepcional.

Este blog va a estar escrito a partes iguales tanto por David, ese excepcional ser que me ha acompañado desde siempre, y yo. Cuando noten el cambio en el estilo, sabrán que es el otro quien habla.

2 de julio de 2005:
Pensé que era una noche como cualquier otra. Nunca imaginé lo que estaba a punto de experimentar. Al entrar al Sixties, lugar de reunión para personas que gustran de la música de los 60s, hice lo que normalmente hacía al llegar a ese recinto: es decir, buscar una buena mesa, y si era preciso, sobornar a alguien, hacerlo, para posteriormente entregarme al placer de la música y el baile en ese recinto.

Muchas veces lo había hecho; cuántas, no recuerdo. Sin embargo, esta noche no era una noche como todas las otras. Algo en el ambiente me hacía sentir diferente. Quizá porque venía yo de una francachela que era debido al cumpleaños de una prima y al hecho de que no me sentía a gusto en aquél lugar donde celebrábamos su cumpleaños. Yo quería divertirme como me gusta hacerlo; baiulando y escuchando la música con que crecí.

Recuerdo que al instalarme en la mesa, que por cierto, era muy buena al frente de la pista, observé que unamujer muy atractiva se movía ondulante al centro de la pista y para mi beneplácito, lo hacía sola. Pensé que no debía perder tiempo para abordarla y quizá bailar con ella toda la noche. Así lo hice. Me acerqué a ella e inicié mipoca ortodoxa presentación dancística. ella sólo atinó a permitirme acompañarla y a seguir mis pasos. Recuerdo que me decía, "Oye, qué rola, ¿eh? ¿Te recuerda algo?" Entiendo que pretendía ser amable y establecer una comunicación simple pero agradable. Yo sólo atiné a contestarle más con gestos que con palabras "Tú sólo sigue el ritmo", sin dar más respuesta que ésa a sus preguntas. De pronto, sucede lo que ha cambiado mi vida. Ella me dice que está celebrando el cumpleaños de su hermana y que la mesa al fondo de la pista, por el lado de la entrada, está llena de amigos y familiares, mismos que acompañan a la festejada. Entonces, y sólo por eeducación, y repito, por educación, volteo a su mesa, y veo sentada en ella a la mujer de mi vida. No lo podía creer. Era ella. A quien tanto había buscado en ésta y en otras vidas. Por fin estaba a sólo unos metros de distancia de ella. Fue entonces cuando le dije a su hermana "¿Es ella la festejada?"

"¿Cuál?", preguntó ella. "La de rojo y negro. La del pelo un poco ondulado." "Exacto", asintió su hermana. A partir de ese momento, busqué de manera inmediata la forma de estar con ella inmediatamente. Cosa que sucedió sólo tres minutos después. Justo cuando con mi hermano político saltamos nuevamente. Le pedí a él que bailara con la güerita alta y que me dejara a la preciosa de negro y rojo. El idiota se equivocó y volví a empezar a bailar con la güerita hasta que se me courrió hacer un baile de intercambio de parejas. Por fin estaba frente a ella. No lo podía creer. Justo la recordaba como la última vez. Cuando la vi, la güerita dejó de importarme. Ahora sólo tenía ojos para su hermana. La preciosa mujer con falda roja y blusa negra que lucía espectaculares piernas detrás de unas preciosas medias de red oscuras. A partir de ese momento, ya nada fue igual. No me separé de ella en toda la noche. Tiempo que ocupé para disfrutar de su olor, de su sabor, de su ritmo, de sus latidos, de su alma toda.

Esa noche entendí que el cosmos, finalmente, obraba en mi favor, como tantas veces se lo había pedido. Ya no tenía dudas; sin embargo, tiempo después buscaría corroborar lo que yo pensaba acerca de Celia.

Aquella noche bailamos, la besé, me besó, la fajé, me fajó. El tiempo se me fue tan rápido que para cuando me di cuenta, en aquél lugar solamente quedábamos ella, yo y nuestros familiares. Por cierto, no los había mencionado; quizás porque no me importaron tanto. Sin embargo, ellos fueron testigos de aquél encuentro maravilloso. Víctor, mi hermano, Xóchitl, mi prima, Moni, su hermana, Machus, su prima, y algunos amigos fueron quienes nos acompañaron aquella memorable noche. Alrededor de las cinco de la mañana, los encargados del lugar me conminaron a terminar mi fiesta y pagar mi cuenta. Entonces le pedí a Celita que me hablara por teléfono para vernos. Unos minutos después, cada quien salió con rumbo hacia su casa esperando volverla a ver.