Mi particular historia sobre un verdadero y maravilloso encuentro con un hombre como no había conocido otro.

viernes, marzo 07, 2008

Zafiro, siempre ha sido zafiro.

Me rompió mi anillo de zafiro. Me ha roto muchas cosas, muchas que me importaban o que me interesaban... pero lo que hoy me rompió me ha dolido como lo más en el mundo. Mi anillo de zafiro es (era) lo más cercano a mi corazón. Me recordaba mi relación con mi amiga Silvie, con mi esencia y con mi pasado, mi relación de amor con él y la amistad como base para la pareja. ¡Me ha dolido un huevo!

Me siento mal, triste, tonta. A este toro no sé tratarlo y no me gusta cómo me trata a mí. Me duele lo que hizo hoy. Ya no tiene remedio. Ya no tiene vuelta atrás. Y lo rompió porque yo le dije que él anillo ya no tenía significado para mí. Yo dije eso porque él se burló de mí nuevamente y dijo que la amistad le valía muy poco: hizo burla de lo que dos días atrás habíamos hablado sobre la amistad. Que a mí me importaba ser su amiga, que la amistad era fundamental en la pareja. A él así no le parece. Dice que a la esposa no se le cuenta casi nada... ¡Qué fiasco de pareja!

Dijo que olvidé que él capaz de cualquier cosa cuando está enojado. Y ahora resulta que de mi pareja me debo cuidar como si fuera mi enemigo... No entiendo esta relación de pareja. No sé fluir así, no puedo sentir así.

Me duele mi anillo y sus promesas de aire... me duele que me promete y no me cumple. Me duele que me dice que me quiere pero me debo proteger de él. ¿No debería yo ser la más vulnerable cuando estoy con él? ¿No rendirse al amor es ser vulnerable y confiar en que no me a mal tratar el otro?

Creo que en esta vida decidí ponerme en sus manos y confiar totalmente en él... y no me ha gustado el resultado. Todo en nuestra relación apunta a que no debo confiar en él, que no debo estar vulnerable ante él. No puedo volar con él sin paracaídas... y qué triste porque precisamente vengo de otra relación en donde el otro llevaba puesta la coraza completa, el paracaídas y tres cohetes por si acaso cualquier cosa. No hay liberación.

Me dijo que me iba a proteger y cuidar. ¿Y quién me va a proteger de él?

jueves, enero 05, 2006

David es el amor de mi vida, y lo amaré hasta el final de los tiempos Posted by Picasa

Cómo vi yo el inicio de todo

En la tarde del 2 de julio de 2005:

Desde hace varios días yo he estado muy emocionada planeando y disfrutando mi próximo cumpleaños. Voy a cumplir 40 años. Tengo dos hijos y estoy casada. Mi matrimonio es un equipo de trabajo que ha funcionado bien, con sus bemoles, y donde cada quien hace su parte para mantener la rutina de casa. Con mis cuates del trabajo he planeado mi cumple, además de con mi hermana Moni y mi prima favorita, Machus. Estoy muy emocionada porque tengo el maravilloso presentimiento de que la noche será extraordinaria. No sé por qué razón siento esto... Estoy segura de que será una magnífica noche porque yo estoy con la convicción de que cumplir estos 40 años es el inicio de una etapa padrísima. Me siento joven, fuerte, segura, libre.

Mi consorte es un tipo que no tiene inconveniente en que yo vaya a la discoteca sola, quiero decir, sin él; se va a quedar a cuidar a los niños esa noche.

Yo me preparo cuidadosamente: fui a una estética diferente, no tan raspa como a las que iba, para hacerme un corte de pelo que me haga ver más bonita; me baño muy bien, me limpio toda, me ponga una falda roja, una medias de red que me encantan, y una blusa sin mangas, negra y semitransparente, que me haga ver hermosa. Me puse unas gotas de un perfume que me gusta. Yo estaba "matadora". Al dar la hora, me voy a casa de mi prima donde secretamente me espera mi hermana: mi consorte no la soporta, y a pesar de eso, yo no podía dejarla afuera de mi celebración: ¡es mi hermana y él no entiende eso! Además, Moni está emocionada, no tanto como yo, pero le ha gustado la idea. Ya desde hace tiempo sabía de mis parrandas con Machus ("noche de viejas y solteras"). Ella no podía ir por ciertas razones personales, pero para esta noche, ¡no tenía pretexto!

Las tres fuimos a la disco R en el Pedregal, en el sur de la ciudad, que nos recomendó mi primo Jaime. Estuvimos una hora en esa pinche disco, haciendo bola junto con otras 50 personas, todos nenes caguengues y mamoncitos de veintitantos años. Me harté de que no nos dejaran pasar. Decidimos irnos a donde yo he ido antes y siempre me ha gustado la música y el ambiente de adultos: Sixties, en la colonia Condesa.


En la noche del 2 de julio de 2005:

Estoy ansiosa de ya llegar al Sixties. No sé por qué. Siento que se me acaba la noche y no quiero desperdiciar ni un minuto en el tráfico; pero cruzar la ciudad por Insurgentes, desde el Pedregal hasta la Condesa, en sábado de juerga, fue lentísimo. Ni modo, me aguanté y por fin llegamos. Le dimos el coche al valet parking y entramos. Nos dieron una mesa horrible, escondida. Ni modo. Yo no me iba a dejar desanimar por ese pequeño detalle esta noche. La música que yo esperaba, de una banda muy rockera, no se escuchaba. Ese día habían invitado a Cristal y Acero, una banda MUY heavy, incluso para mí. ¡Horrible! Ya ningún cuarentón que estaba ahí, como nosotras, lo soportaba. Al fin, se acabó. Y empezamos a bailar nuestra música. Moni y yo saltamos a la pista. Después de un rato, unos muchachos nos acompañaban. Bueno, unos hombres de mi rodada. "¡Qué suerte!", pensé yo, porque sí me gusta bailar, pero no era mi fascinación hacerlo sola o con mi hermana toooooda la noche.

Nos sentamos, cada quien en su mesa, y al rato, otra vez, en la pista estábamos. El muchacho que bailó conmigo pronto estaba con mi hermana, y su compañero estaba frente a mí, con una sonrisa radiante, la cual entendí así porque la música sólo nos permitía recordar nuestras mocedades, y yo estaba de esa manera, feliz, emocionada y muy contenta.

Ese hombre, de camisa roja, con pantalones de mezclilla y cabello todo alborotado, bailó conmigo un buen rato. Yo estaba fascinada: estaba bailando con unhombre para mí solita, jeje. Dejé de prestarle atención a mis acompañantes, pues el baile con este hombre empezó a ser hipnotizante.

Los ritmos cambiaron, y yo seguía bailando con él. Me decía palabras extrañas, quiero decir, hacía comentarios inusuales: "Hueles a fresa", por ejemplo, a lo cual yo me reía porque ni siquiera era de fresa mi perfume. Yo, repelente todo lo cursi, ¡jamás hubiera esperado un comentario así! También usó el clásico "Quiero hacerte el amor", a lo cual solté una laxa carcajada. "Caray, qué original", pensé.

Lo cierto es

jueves, agosto 18, 2005

Cómo inició todo

Quiero relatarle al mundo cómo me he enamorado perdidamente en menos de 30 días. Para mí ha sido una historia increíble, maravillosa, un bellísimo camino que me ha tocado en suerte recorrer. Quiero contarles cómo el "tilín-tilín" sonó en mi cabeza al mismo tiempo que en la de un hombre excepcional.

Este blog va a estar escrito a partes iguales tanto por David, ese excepcional ser que me ha acompañado desde siempre, y yo. Cuando noten el cambio en el estilo, sabrán que es el otro quien habla.

2 de julio de 2005:
Pensé que era una noche como cualquier otra. Nunca imaginé lo que estaba a punto de experimentar. Al entrar al Sixties, lugar de reunión para personas que gustran de la música de los 60s, hice lo que normalmente hacía al llegar a ese recinto: es decir, buscar una buena mesa, y si era preciso, sobornar a alguien, hacerlo, para posteriormente entregarme al placer de la música y el baile en ese recinto.

Muchas veces lo había hecho; cuántas, no recuerdo. Sin embargo, esta noche no era una noche como todas las otras. Algo en el ambiente me hacía sentir diferente. Quizá porque venía yo de una francachela que era debido al cumpleaños de una prima y al hecho de que no me sentía a gusto en aquél lugar donde celebrábamos su cumpleaños. Yo quería divertirme como me gusta hacerlo; baiulando y escuchando la música con que crecí.

Recuerdo que al instalarme en la mesa, que por cierto, era muy buena al frente de la pista, observé que unamujer muy atractiva se movía ondulante al centro de la pista y para mi beneplácito, lo hacía sola. Pensé que no debía perder tiempo para abordarla y quizá bailar con ella toda la noche. Así lo hice. Me acerqué a ella e inicié mipoca ortodoxa presentación dancística. ella sólo atinó a permitirme acompañarla y a seguir mis pasos. Recuerdo que me decía, "Oye, qué rola, ¿eh? ¿Te recuerda algo?" Entiendo que pretendía ser amable y establecer una comunicación simple pero agradable. Yo sólo atiné a contestarle más con gestos que con palabras "Tú sólo sigue el ritmo", sin dar más respuesta que ésa a sus preguntas. De pronto, sucede lo que ha cambiado mi vida. Ella me dice que está celebrando el cumpleaños de su hermana y que la mesa al fondo de la pista, por el lado de la entrada, está llena de amigos y familiares, mismos que acompañan a la festejada. Entonces, y sólo por eeducación, y repito, por educación, volteo a su mesa, y veo sentada en ella a la mujer de mi vida. No lo podía creer. Era ella. A quien tanto había buscado en ésta y en otras vidas. Por fin estaba a sólo unos metros de distancia de ella. Fue entonces cuando le dije a su hermana "¿Es ella la festejada?"

"¿Cuál?", preguntó ella. "La de rojo y negro. La del pelo un poco ondulado." "Exacto", asintió su hermana. A partir de ese momento, busqué de manera inmediata la forma de estar con ella inmediatamente. Cosa que sucedió sólo tres minutos después. Justo cuando con mi hermano político saltamos nuevamente. Le pedí a él que bailara con la güerita alta y que me dejara a la preciosa de negro y rojo. El idiota se equivocó y volví a empezar a bailar con la güerita hasta que se me courrió hacer un baile de intercambio de parejas. Por fin estaba frente a ella. No lo podía creer. Justo la recordaba como la última vez. Cuando la vi, la güerita dejó de importarme. Ahora sólo tenía ojos para su hermana. La preciosa mujer con falda roja y blusa negra que lucía espectaculares piernas detrás de unas preciosas medias de red oscuras. A partir de ese momento, ya nada fue igual. No me separé de ella en toda la noche. Tiempo que ocupé para disfrutar de su olor, de su sabor, de su ritmo, de sus latidos, de su alma toda.

Esa noche entendí que el cosmos, finalmente, obraba en mi favor, como tantas veces se lo había pedido. Ya no tenía dudas; sin embargo, tiempo después buscaría corroborar lo que yo pensaba acerca de Celia.

Aquella noche bailamos, la besé, me besó, la fajé, me fajó. El tiempo se me fue tan rápido que para cuando me di cuenta, en aquél lugar solamente quedábamos ella, yo y nuestros familiares. Por cierto, no los había mencionado; quizás porque no me importaron tanto. Sin embargo, ellos fueron testigos de aquél encuentro maravilloso. Víctor, mi hermano, Xóchitl, mi prima, Moni, su hermana, Machus, su prima, y algunos amigos fueron quienes nos acompañaron aquella memorable noche. Alrededor de las cinco de la mañana, los encargados del lugar me conminaron a terminar mi fiesta y pagar mi cuenta. Entonces le pedí a Celita que me hablara por teléfono para vernos. Unos minutos después, cada quien salió con rumbo hacia su casa esperando volverla a ver.